jueves, 22 de noviembre de 2012
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Me presto sus pupilas por unos segundos, me lleno de alegría hasta que dijo: “quiero que seamos más que amigos, quiero estar contigo todos los días y saber que seré lo primero que pienses cuando te levantes; acompañarte en los momentos alegres y cuando te enojes ser yo quien te haga sonreír.”
Nunca supe que fue peor: perder a mi mejor amigo o darme cuenta después, cuando él ya no me quería, que era el amor de mi vida.
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